Todos necesitamos un pequeño empujón.

La semana pasada fue una semana de alta intensidad emocional. A nivel familiar, disfrutamos de la visita de mi madre que vive a 11mil km de casa y mi mujer tuvo que viajar por trabajo al otro lado del mundo. La atención entonces se enfocó básicamente en el “family management”, porque los pequeños necesitan doble atención en días así. Increíblemente cerré un contrato con un cliente importante para el coaching mientras estaba a 4 manos con los peques así que me anoto un doble triunfo.

Mis hijos están en un momento de querer probar todo, pero todo lleva práctica y tiempo. Y como siempre digo, un poco de sudor y lágrimas también. La más pequeña (1) dando sus primeros pasos aterriza indefinidas veces por día. Pero sigue intentando. Solo puedo imaginarme el coraje que implica. El grande (3) aprendiendo a pedalear sin rueditas y se larga a todo pedal con mucha valentía. Ya aprenderemos a frenar pronto si dios quiere. Otro que llevará varios aterrizajes hasta agarrarle la mano.

Y como no hay dos sin tres, tuvimos la visita de mi sobrina (2), que se moría por probar la bici de balance sin pedales del primo, que le queda un poco grande todavía.

En una cuadra se cayó no menos de 20 veces. Unos golpes tremendos que seguro dolieron y mucho.

Pero ella tiene una característica que deberíamos tener todos los emprendedores. Es perseverante hasta que le sangren las rodillas, quizás hasta un poco de más, porque le quedan sangrando literalmente. Y siguió y siguió probando.

Hasta que en un momento tiró la bici de la calentura, dio unos pasos, se puso de rodillas en el piso de la calle y empezó a pegarle a piso con toda su fuerza mientras lloraba a toda rabia. La frustración estaba triunfando.

Esa imagen me conmovió y le ofrecí ayudarla un poco agarrando el asiento para que experimentara unos metros sin caídas. Se secó las lágrimas, se subió a la bici y con un poquito de ayuda, hicimos media cuadra como nada.

Ese impulso en su confianza la recargó de energía y siguió sola por mucho rato, casi sin caídas. Lo que necesitaba en ese momento era un coach! Pero lo necesitaba luego de haberse caído suficientemente como para entender que había que hacer algo distinto. Y lo necesitó por 5 minutos. Luego ya no me necesitaba, era el momento de seguir experimentando sola.

A los emprendedores les pasa muchas veces lo mismo. Todos necesitan un coach en algún momento. Lo importante es entender qué tipo de impulso necesitan y el timing de la intervención. Si no se dan suficientes golpes, entonces es pura teoría y no sirve. Hay que tener cierto nivel de frustración y experiencia para poder absorber la idea de que se pueden probar ángulos diferentes. Además, saber que son ellos los que tienen que seguir intentando después y como coach darles ese espacio. Saber que son solo 5 minutos…

Cuando sientas que querés parar, renunciar, tirar todo por la ventana… Pensá por qué empezaste!

El principio de todos los proyectos de vida, tienen una motivación especial. La novedad nos da un impulso tremendo y le metemos mucha energía para que avancen. A nivel emprendedor casi siempre se remonta a la trillada idea del sketch en una servilletita. Compartir esa idea y soñar sobre cómo va a prosperar y llegar a ser una realidad es mágico.

El proceso no es muy diferente al de ir al gym pretendiendo estar mucho más fuerte y bajar esos kilos de más, pensando que va a suceder sin esfuerzo. Va a doler, vas a tener que meterle mucho esfuerzo y muchas veces vas a sentir que querés tirar la toalla y volver a tus hábitos de antes. A tu zona de confort que en realidad era inconfortable.

Para muchos emprendedores, la fase inicial más romántica es lo que más les gusta de su emprendimiento. Aquello de enamorarse de su idea y armar mucha estrategia de pizarrón. Pero la mayoría de los proyectos que prosperan en el tiempo son los que tienen una dosis de disciplina y constancia, mucho esfuerzo y un equipo que empuja sin parar. Menos pizarrón, más ejecución y búsqueda de resultados.

La complejidad administrativa, crecer rápido, los problemas de incorporar recursos humanos, aprender a delegar, los flujos financieros, la necesidad de inversión, entender lo que realmente quiere tu mercado, etc, son básicamente las razones más conocidas por las cuales vas a querer tirar la toalla.

El mercado real no es el de la servilleta. Quizás si tu target y tu idea, quizás no. Pero vas a tener que aprender a manejar todas estas variables para obtener resultados. Y te va a costar metafóricamente y no tanto, bastante sangre, sudor y lágrimas.

El que caiga a la lona, se levante, aprenda rápido a recuperarse y siga para adelante va a ser el que gana.

Así que no tires la toalla la primera vez que te abrumen estos temas no tan atractivos de tu emprendimiento. Busca ayuda, sinergias y tercerización de algunas cosas.

Pero sobre todo hay que tener bien claro por qué carajo empezaste. ¡Por respeto a ti mismo y tus ideas, sé consecuente!