El micro-emprendedor con actitud ganadora

Hace poco estuve observando una tendencia nueva en los coworking, cafés y parques aquí en Holanda. Además de la establecida tribu de emprendedores y sus startups, están apareciendo un montón de micro-emprendedores que transforman un freelancing en un verdadero negocio unipersonal. Mi mentor creativo aquí en Holanda trabaja en un equipo multidisciplinario que se enfoca puramente en la innovación dentro de Google. Un trabajo soñado para muchos. Hace poco me recomendó una lectura pensando en mi coaching para emprendedores, “The $100 Startup” de  C.Guillebeau. Como le pega en el clavo cada vez que me recomienda algo para leer, lo compré.  La historia de estos micro-emprendedores no es nueva, mi propia madre se ha reconvertido en una micro-emprendedora desde hace varios años. Pero en la actualidad, es una movida mucho más fuerte porque vivimos en la era de los emprendedores nómades digitales, esa tendencia que estaba observando hace un tiempo. Hay mucha gente que quiere ser dueña de su propio negocio. Pero no está ni apuntando a un modelo de negocio más tradicional, ni al modelo de startup con gran potencial de escalabilidad y la necesidad de financiación externa con todas las formas conocidas.

Esta tribu apunta a generar en base a un sueño, un hobby o algo que realmente les gusta, un modelo de negocio sustentable con inversión mínima y recursos ultra limitados. Esta tribu no quiere un exit millonario ni conquistar el mundo. Quieren que su estilo de vida sea mucho más balanceado y enfocar todas sus energías en un puñado de clientes que les permitan tener un ingreso comparable al de un sueldo decente, con el twist de que implique cada vez menos trabajo operativo y ser sus propios jefes.

El target de estos micro-emprendimientos es tan específico, que para alguien con una visión estratégica más global puede verse como muy limitante. Pero la clave va por ahí. En enfocarse tanto en un target muy específico y solucionar una necesidad pequeña. Ese puñado de clientes va a tener una fidelidad incomparable al de algo más masivo. Hay cierta aceptación de que el negocio no va a ser ni perfecto ni va a crecer de forma sostenida. Esto implica una actitud un poco menos perfeccionista y ni que hablar que menos ambiciosa. En la cultura holandesa es algo que encaja perfecto para mucha gente que viene del mundo corporativo y sentían que vivían para trabajar, envés de trabajar para vivir y hacer lo que te hace feliz. De todas formas, este libro trata de micro-emprendimientos a nivel global.

Para que el negocio prospere, en todas las entrevistas hay algo en común. Tienen una visión fuerte y entienden por qué realmente quieren hacer lo que va a hacer y ni que hablar que hay un factor de actitud ganadora también desde mi punto de vista. La relación con el cliente es tan cercana como ser parte de un pequeño club. El factor emocional es primordial. La propuesta de valor es super clara. Y la adaptación es muy rápida porque los feedback loops se dan de forma directa, sin vueltas. Que las ideas sean menos ambiciosas, no implica que se pueda prescindir de una actitud ganadora frente al emprendimiento. Al fin y al cabo, es un elemento fundamental para prosperar como emprendedor, sin importar la escala ni la escalabilidad.

 

 

Contratá a un emprendedor y dale espacio para que inyecte el cambio en tu organización.

Cuando hablamos de emprendedores siempre nos imaginamos a un grupo de jóvenes medio hipster, dispuestos a dar y perder todo por un sueño que es tener su propia startup. Los imaginamos en una garage o un co-working llenos de papelitos de colores en un pizarrón con grandes planes para conquistar el mundo. Y muchos lo logran. Otros quedan en proyectos menos ambiciosos pero todos prosperan en aprender a levantarse rápidamente si caen. Son una tribu especial. Lo que tienen en común es que ven el riesgo de una forma distinta. Y quieren dejar un huella también.

Pero muchos de ellos necesitan una estructura que los apoye. Necesitan ser parte de algo más grande y no tienen ese apetito por arriesgarlo todo. Y ellos también son emprendedores.

Hace poco fui al Lean Startup Summit en Amsterdam. Fue un día lleno de energía, se respiraba un aire de cambio y ganas de hacer cosas.

Una de las sorpresas que me llevé fue en un workshop que tuvimos que hacer unos ejercicios de estrategia con los que estaban sentados alrededor nuestro. Para mi eran todos emprendedores, alguno más veterano que otro, estábamos todos en la misma página. Hasta en la forma de ver la innovación en la mínima charla que compartimos. Resulta que de mi equipo de 4, dos trabajaban dentro de enormes corporaciones industriales y financieras. Me hizo un ruido tremendo, no cuadraba pero me pareció super interesante. Luego recuerdo que leí nuevamente la definición de startup de Eric Ries (@ericries):

“Una startup es una institución humana diseñada para crear productos o servicios en condiciones de extrema incertidumbre”.

Y un emprendedor es el que va a llevar adelante esa Startup. Pero lo que él dice y yo lo ví con mis propios ojos en una visita al Silicon Valley, es que estas startups pueden llegar a ser un departamento o un proyecto dentro de una organización enorme que desde afuera vemos como un gigante burocrático.

Estas organizaciones se están dando cuenta que si le dan el espacio suficiente, los emprendedores van a salir a buscar los recursos y liderar equipos que logren llevar adelante la innovación en esas condiciones de extrema incertidumbre dentro de cualquier organización. A este tipo de emprendedores se los llama intrapreneurs, porque operan de forma distinta, pero su espíritu es el mismo. Lo que sucede muchas veces es que el sistema termina apagando a los emprendedores, tanta frustración y proyectos que no avanzan los terminan adaptando, pierden ese liderazgo natural y se resignan a sus tareas operativas. Es imprescindible cuidar a los emprendedores, a esos líderes que tenemos dentro de nuestras organizaciones. Darles espacio, libertad y apoyo político es fundamental para potenciarlos.

Lo que hacen muchas organizaciones realmente burocráticas es conseguirles un rincón aislado de tanta contaminación o inclusive alquilar un lugar en un hub de emprendedores y que ahí esos equipos puedan tener más espacio y libertad para operar. Muchos llaman a este rincón un innovation lab pero no es más que eso, una isla.

Si no tenés los recursos en tu empresa y sentís que se está transformando en una organización lenta y burocrática, que perdiste aquella agilidad que tenías en tus orígenes, contratá un emprendedor y no le impongas tus ideas!

Es más, contratá un equipo de emprendedores!

No tengas miedo de que salgan a hacerte la competencia en unos años. Si seguís así en unos años no tenés más empresa! Un equipo de emprendedores que sea responsable de sus proyectos le va a dar una inyección de actitud ganadora que puede llevar a tu organización a lugares inimaginables.

No te enamores demasiado de tu idea!

¿Estas enamorado de tu idea? Que bueno! No sos el único que está enamorado de su idea, ni de tu propia idea. Por más que te parezca que se te ocurrió algo increíblemente innovador, algo nunca visto, algo que realmente va a cambiar el mundo, hay un gran riesgo de que quede en eso, en idea.

Uno de los problemas que tienen los emprendedores es que se enamoran tanto de sus ideas que no las quieren compartir.

Trabajar en “stealth mode” nos da una sensación de seguridad porque estamos inmersos en nuestra propia burbuja. Si la idea va para adelante nos entusiasmamos más pero hay un gran riesgo de que la gran super idea revolucionaria no sea algo para lo cual el mercado está preparado. O que la competencia ya la haya ejecutado desde un rincón de Kiev mientras pensábamos que lo nuestro era único, sentados contemplando un mindmap en un café.

Validar una idea luego de bajarla a tierra es fundamental. Si la idea surgió de un momento tipo Eureka! en plena ducha, buenísimo. Bajala a tierra, aplicala a un proceso de design thinking a ver si se adapta realmente a solucionar un problema de una necesidad humana, armá un prototipo, inclusive buscá con tu equipo armar un loop de lean para ver si prospera. Lo importante es ejecutarla a un nivel mínimo como para poder evaluar si es algo que tiene chance. Y si la chance es mínima pero querés seguir para adelante, dale para adelante, lo más importante es seguir tu instinto y ejecutar.

Quique Baliño (@ebalino)dijo una vez una verdad absoluta que es el dilema de muchos emprendedores. “Mientras tu estás focalizado en lo linda que es tu idea, hay otro que la está ejecutando”. Recuerdo que me dejó en shock y pensando bastante porque no podía ser que todas las ideas se les hayan ocurrido a otro al mismo tiempo. Y que encima fuera más ejecutivo que yo…

La realidad es que ideas de esas revolucionarias y únicas de verdad son un porcentaje mínimo y la probabilidad que se nos ocurran es relativamente baja. De todas formas si escarbas un poco, hasta en esas ideas revolucionarias como la computadora personal, internet, el iphone, itunes, amazon y tantas otras cosas, había otro competidor que estaba haciendo algún prototipo similar y le faltó algún toque de magia para llegar. El ¿por qué? (why) de la idea puede ser lo que haga la diferencia. Simon Sinek (@simonsinek) hace mucho énfasis en que el “¿por qué?” opera en una zona diferente del cerebro que el “qué” (los atributos técnicos) y eso es lo que hace que empresas como Apple sean mucho más exitosas que HP y otras haciendo dispositivos similares o incluso inferiores en algunos atributos.

La rapidez para ejecutar las ideas con actitud ganadora y mucha decisión es otro factor que las lleva a un camino próspero. No se enamoran solamente de sus ideas. Las transforman en productos y servicios que llegan al mercado rápidamente.

Por eso te digo a ti emprendedor que estás comenzando y tenés miedo que te copien la idea. Te la van a copiar. Que eso no te detenga! Salí a ejecutarla ya! Olvidate del “stealth mode”, ya fué, validá tu idea y salí a buscar debajo de las piedras todos los recursos que necesites para hacerla realidad.

Cierta dosis de frustración te da impulso

Aprender a manejar cierta dosis de frustración es clave para que los proyectos progresen.

Como en todo, hay que entrenarse para tolerar cierta dosis de frustración. En ese sentido ser family manager con dos hijos chiquitos es como tener un doctorado en el tema. Cualquier plan que puedas tener va a tener que adaptarse muy rápidamente. El proceso de negación-ira-negociación-aceptación lo podés hacer un centenar de veces a diario  y por las cosas más ínfimas como el color del vaso de agua que se te ocurrió sacar de la lavavajillas.

Tenemos que tener una actitud ganadora que nos ayude a que el aprendizaje genere a la larga un impacto positivo cuando el proyecto no camine o frente al fracaso en general.

A nivel emprendedor no hay mucha diferencia más allá de que todo sea un poquito más razonable. La clave está en ejercitar el músculo lo suficiente como para que cuando te suceda, no te duela como la vez que se te ocurrió volver al gym a full después de unos meses sin hacer nada. Doler te va a doler, pero si aprendés a tolerarlo pasa a ser un dolor que aceptás, porque genuinamente sabés que es para mejorar y sabés que te va a hacer crecer como emprendedor.

En el modelo de lean startup, de alguna forma, al usar un metodología vas entrenando el músculo para emprender con cierta estructura. La idea básica está en focalizarse en que en cada loop de desarrollo haya un sprint de innovación o avance de ideas dentro de un proyecto. Ya sea un prototipo (MVP) o un proceso, en la empresa vamos a pasar por un proceso que involucra tres cosas simples: Crear, medir (mediante un feedback real de los usuarios) y aprender del proceso en sí (build-measure-learn). Todo esto para decidir si hacemos un pivot que sería como virar el barco en otra dirección o perseveramos en lo mismo.

Lo del pivot suena muy lindo pero al fin y al cabo va a ser producto de una frustración porque no se va a dar lo que pensábamos originalmente. Lo que tiene de bueno este proceso es que aprendemos a tolerar pequeñas frustraciones y no caemos en una frustración mucho más grande que haga que todo lo que hemos invertido en tiempo y recursos no sirva de nada.

Por eso me gusta bastante esta metodología para emprender porque te ejercita como en un deporte, vas creciendo y mejorando la performance de a poco y vas aprendiendo de las pequeñas frustraciones y aceptando también de a poco los cambios a golpe de timón.